El amante japonés
Isabel Allende
(2015)
“El amante japonés” de Isabel Allende fue el vigésimo primer
libro de esta autora chilena, publicado en 2015, y constituye una
muestra más del engañoso talento de la Allende como narradora:
pareciera que está relatando una historia como la que cualquiera de
nosotros contaría a sus amigos en una charla de café, pero en el
fondo hay todo un arte y maestría para entretejer vidas que se
conectan a través de un patrón comunicativo entrelazado y
multi-temporal. Hay una voz que nos va acercando paulatinamente
mediante el uso de varios personajes y situaciones -como Irina
Bazili, inmigrante moldava que trabaja en la casa de retiro para
ancianos Lark House- al relato fundamental de Alma Belasco, de origen
polaco y matriarca del clan de esta familia opulenta y reconocida, e
Ichimei hijo del jardinero de la familia, descendiente de los Fukuda.
Estas dos familias quedaron vinculadas debido a profundos nexos
personales y comerciales eventualmente.
Al momento de
comenzar la historia Alma tiene ya ochenta años y se ha retirado a
vivir a Lark House, abandonando en manos de su hijo todos los
negocios familiares y la residencia que ha sido casa de los Belasco
por generaciones. Sin embargo, parece ser que a pesar de haber sido
casada con su primo y haber logrado una posición privilegiada no
sólo económicamente sino también en el arte, subsiste el
apasionado amor de juventud por Ichimei, al cual renunció cuando
joven debido a la presión social y a su propio miedo a la pobreza y
desprestigio.
Irina y el nieto de
Alma, Seth, tratan de desentrañar el misterio de unas cartas que
llegan en sobres amarillos y que Alma atesora en un lugar secreto.
Cada cierto tiempo Alma desaparecía para posiblemente reencontrarse
con su amante de juventud pese a que ya había transcurrido toda una
vida y cada uno por su cuenta había creado relaciones familiares, se
había dedicado a sus propios negocios y a fin de cuentas
transcurrían por caminos diferentes.
Fiel a su tradición
de mezclar los temas mágicos con la realidad, Isabel Allende nos
deja ciertas notas para interpretación libre, sobre todo al final de
la novela donde el lector queda envuelto en el misterio al no quedar
clara la frontera entre la fantasía ante la cruda realidad de la
muerte. Si damos una lectura superficial y rápida podremos pensar
que el final de la novela parece de película barata, pero al ir
desenvolviendo hacia atrás la trama y deshilar la madeja, se aprecia
la complejidad narrativa que señalamos inicialmente. Aflora el arte
y talento de la creadora que sin lugar a dudas debió armar toda una
estructura de hechos enlazados y articulados para dar coherencia y
sentido a todos los tiempos que se vinculan y aparecen ante el lector
sin previo aviso.
Diríamos que cierre
del texto obliga a un desensamble para poner en perspectiva las
historias de Alma quien llegó a América como niña polaca refugiada
por la persecución nazi en la segunda guerra mundial, la de Ichimei
Fukuda quien arribó con su familia desde el otro lado el mundo,
Irina una inmigrante moldava que apenas logra sostenerse en el San
Francisco de la actualidad y uno como lector, que acompaña desde una
perspectiva omnisciente todo el desarrollo de la historia.
En lo personal y si
se puede hablar de peso o valor literario en esta obra, diría que no
es precisamente un trabajo de alto nivel, pero que sí está
excelentemente construida la historia y que las dotes narrativas de
la Allende consiguen que el lector aborde la trama en una manera
distendida, asequible y sin muchas exigencias. Creo que otras de sus
novelas han sido de mayor envergadura y calidad, pero esta pasa sin
muchas pretensiones y nos deja de cualquier manera con un sabor de
boca grato.
Si deseas leer otros
textos de la autora que tengan más peso estructural y narrativo, “El
plan infinito”, “De amor y de sombras” o “La casa de los
espíritus” siguen siendo sus obras por excelencia.
Por supuesto, te
recomiendo leer el libro que hoy te comento, y ya me dirás tu
opinión al respecto.